La mejor palabra es la propia: Ceremonia fúnebre del Dr. Hermenegildo Ortiz Quiñones

Mereyo

Por Reynaldo R. Alegría

Abogado y Planificador Económico

La mejor palabra es la propia.  Al despedir al Maestro Hermenegildo Ortiz Quiñones, comparto sus propias palabras:

“Nací en Humacao, la Ciudad Gris de Puerto Rico, y me crié entre gentes pobres y acaudaladas, entre gentes con cultura y gentes que adolecían de ella; en un pueblo donde todos, de alguna forma, discutíamos con nuestros políticos lo que queríamos para nuestro pueblo en la farmacia, en la barbería, en el cafetín, en la plaza, en la Iglesia; en un pueblo donde caminábamos a la escuela y al parque; en un pueblo donde conocíamos a nuestros héroes y personajes; un pueblo donde había aceras sobre las que se podía caminar y los niños que tenían, podían correr sus bicicletas; un pueblo donde había interrelación de actividades: la casa, el colmado, el hospital; un pueblo seguro donde se podía caminar a cualquier hora; un pueblo donde el automóvil se hacía innecesario porque la transportación pública era eficiente.  Una ciudad habitable.”[1]

Esa textura de Mereyo, ese tono de voz delicioso, esa sonrisa infinita, esa pasión por la vida buena, que es distinta de la buena vida, marcó todo cuanto hizo.

La mejor palabra es la propia:

“No soy objetor de la libre expresión.  Parte de dos de las minorías más discriminadas en el mundo, estudié en Harvard cuando todavía los negros y blancos eran segregados; y en Cornell, cuando me tocó ser el único puertorriqueño y negro allí que estudiaba un doctorado.  No me opongo a que las personas se expresen con amplitud y libertad.”[2]

Cuando cerremos este capítulo de la historia moderna de Puerto Rico, Hermenegildo Ortiz Quiñones ocupará en él un lugar importante como hombre de familia, maestro, ingeniero, planificador, hombre de estado, polemista y gran puertorriqueño.  Su obra, sus puentes, su Tren, su familia, sus amigos, quedarán para la celebración y el disfrute de nosotros y de las generaciones por venir.

La mejor palabra es la propia:

“No sé cómo fue, y quizá tampoco recuerdo claramente cuándo fue, pero un día –antes de ser ingeniero– me sentí enamorado de los puentes.  Su diseño, su construcción, su ingeniosidad, sus problemas que resuelve.  Un puente, en su definición más común es algo que se construye y por encima de lo cual se puede pasar.  Pero en su expresión más amplia un puente es enlace, es unión, es juntar desde lo más básico hasta el puerto virtual que se pueda concebir como “puente” entre ciudades.

En mi vida profesional hay tres puentes, tres importantes proyectos que comenzaron a construirse o se construyeron durante mi incumbencia como Secretario de Transportación y Obras Públicas […] que entiendo merecen destaque especial por su aportación clara […] al desarrollo del país.

Estos tres proyectos son: primero, el Puente sobre el Río Caguanas, en Utuado; segundo, los elevados del Expreso Baldorioty de Castro; y […] tercero, el Puente Teodoro Moscoso sobre la Laguna San José.  Cada uno de estos proyectos tiene su propia historia y su particular importancia en el desarrollo de la infraestructura vial de Puerto Rico.  Los tres son vivos ejemplos de cómo se puede utilizar la ingeniería y los conocimientos gerenciales, administrativos y financieros al servicio de una mejor calidad de vida para los puertorriqueños.  Pues, de alguna manera, los tres proyectos fueron innovadores.

El Puente sobre el Río Caguanas en Utuado fue el primer puente curvo de hormigón pretensado construido en Puerto Rico y, quizás en el mundo, mediante la técnica de empuje.

Los elevados del Expreso Ramón Baldorioty de Castro fueron los primeros instalados en Puerto Rico y quizás también en el mundo, en menos de 72 horas.

El puente Teodoro Moscoso fue el primer puente de peaje público construido en el hemisferio americano utilizando financiamiento privado.

Quizá ahora podrían entender mejor por qué cuando viajo por el mundo programo tiempo especial para visitar los puentes, porque aún hoy, vivo profundamente enamorado de ellos.”[3]

Como hombre de Estado, Hermenegildo Ortiz Quiñones convenció a muchos, incluyendo al Gobernador Rafael Hernández Colón a quien convenció de convertir en Expreso la Avenida Piñero y no la Avenida Roosevelt como se había prometido en la campaña.  Y más importante, lo convenció de retomar el proyecto del tren que se estaba engavetado.

La mejor palabra es la propia.  Dijo Mereyo:

“[…] el desarrollo y construcción de un moderno sistema de transportación colectiva [significó] cuarenta años de esfuerzos combativos y consistentes del Departamento de Transportación y Obras Públicas, la bendición de cinco gobernadores y una gobernadora y el timoneo firme y seguro de por lo menos nueve Secretarios de Transportación y Obras Públicas.

[…] Así, la construcción del primer tramo del Tren Urbano ha sido posible más por la visión, la pasión y el tesón de muchos que como los corredores de relevos han ido pasándose el batón durante cuarenta años, administración tras administración, que por los más de 3 billones de dólares que ha costado su planificación y construcción.”[4]

Como hombre de estado y servidor público, Hermenegildo Ortiz Quiñones, enfrentó grandes retos.  El 13 de diciembre de 2001, como Presidente de la Junta de Planificación de Puerto Rico, envió una comunicación al Capitán H. J. Kircher, Chief of Staff de la Región Sureste de la Marina de Guerra de los Estados Unidos, denegándoles el permiso para continuar sus prácticas militares en la isla de Vieques.  La determinación de la Junta, jurídica y moralmente fundamentada creó crisis entre ambos gobiernos.  Cuando le tocó acudir a La Fortaleza para defender su postura, dejó en una gaveta de su escritorio una carta de renuncia.  No fue necesario utilizarla.  El 1 de mayo de 2003 la Marina salió de Vieques.

Producto de las escuelas públicas de Humacao y del Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico donde obtuvo un Bachillerato en Ciencias en Ingeniería Civil en 1953, también estudió una Maestría en Planificación Urbana y Regional en la Universidad de Harvard y un Doctorado en Filosofía de la Universidad de Cornell.

Modelo de servidor público, Hermenegildo Ortiz Quiñones dedicó más de 50 años de vida profesional al trabajo gubernamental.  Trabajó en la Junta de Planificación como funcionario, como Miembro Alterno y como Presidente; dirigió el Departamento de Transportación y Obras Públicas; fue Asambleísta Municipal por San Juan y estuvo cerca de todos los Gobernadores del Partido Popular.  Como universitario fue destacado estudiante y atleta; fue profesor, Director de la Escuela Graduada de Planificación y Decano de Estudiantes; después de retirado siguió impartiendo cursos en Planificación y Administración Pública.  Publicó cientos de artículos, leyó innumerables discursos y escribió libros académicos y personales, como el que escribió cuando hizo el Camino de Santiago con sus hijos y nietos.

En la vida política fue miembro del mítico grupo Vanguardia Popular y del llamado Grupo de los 22; vivió en persona los momentos más neurálgicos del desarrollo del Partido Popular al lado de sus líderes; se autodenominó soberanista cuando usar esa palabra era imprudente en el Partido Popular; fue candidato a Senador por San Juan y vicepresidente de la Fundación Acción Democrática Puertorriqueña.

En el mundo institucional y civil presidió la Junta de Síndicos de la Universidad Central y fue miembro de la Junta de Directores del Hospital Presbiteriano y la Fundación Felisa Rincón de Gautier; fue Gerente General del Periódico Palique, entre tantas otras.  Y no temo admitir que debo haber olvidado decenas de otras gestiones.

Y aunque muchas cosas de importancia no se pudieron completar, el plan de Mereyo quedó escrito.  Así, después de un año de trabajo escribió y recomendó una nueva ley de planificación y dejó otras claras instrucciones.  La mejor palabra es la propia:

“La ciudad habitable es la ciudad de la convivencia saludable, la ciudad que vive segura 24 horas, la ciudad que vincula a la gente con las facilidades físicas y con las actividades.  La ciudad habitable es la ciudad que se camina, en la que las gentes se vinculan socialmente y en la que la total interrelación produce una gran calidad de vida.

[…] hablo de acercar los usos dentro de los espacios físicos; permitir que la gente pueda servirse al máximo y eficientemente de los servicios y actividades que están disponibles.  Cójanse por ejemplo […] esta parte de Santurce.  A nuestro alrededor tenemos hospitales, comercios, iglesias, parques, discotecas, bancos, un museo, una futura estación del tren, barras y cafetines, fondas y restaurantes, servicios de toda naturaleza, incluyendo varias agencias de gobierno.  Miles de personas vienen todos los días, a veces de muy de lejos a servirse de las actividades que tenemos, ¿no les parece lógico que podría y debería vivir más gente en este barrio?  ¿No sería la vida más fácil para algunas personas si vivieran en esta parte de Santurce?

Sin embargo, ¿es fácil caminar en este barrio y acceder a estas facilidades, o ¿tenemos que luchar con los autos para que no nos aplasten, con el sol para que no nos derrita y con los pillos para que no nos roben?

Imagínense que tuviésemos en este barrio grandes y cómodas aceras sembradas con frondosos árboles, que fuese posible caminar al supermercado o al hospital bajo un manto de sombra y fresco, que en las tardes y las noches pudiésemos ir al parque, ya no sólo a pasear nuestras mascotas, sino a conversar con nuestros amigos.  Que pudiésemos caminar a través de calles y caminos sin caer en hoyos en las aceras.  Que pudiésemos trotar o caminar rápidamente para ejercitarnos, sin tener el temor de ser asaltados.”[5]

En el plano personal, Hermenegildo Ortiz Quiñones se casó hace 53 años con doña Carmen Pajarín, una extraordinaria mujer con la que tuvo tres maravillosos hijos, Carmencita, Alicia y Julio, quienes le regalaron cinco fabulosos nietos: Antonio, hijo de Alicia; Mónica y Sofía, hijas de Carmen; y Lía y Ramón, hijos de Julio y Liliana.  Tuvo la dicha de tener unos hermanos excepcionales y amorosos sobrinos tanto de sus hermanos como de su esposa.

Como Maestro, Mereyo también dejó instrucciones.  La mejor palabra es la propia:

“En estos últimos años, he tenido que estudiar la vida y obra del Maestro Rafael Cordero Molina.  Es aleccionadora, fascinante y modelo para futuras  generaciones.  El Maestro nació en 1790 y murió en 1868 años en que todavía regía la esclavitud.  En 1810, el Maestro Rafael, hijo de negros libertos, abrió una escuela gratis para educar niños blancos, negros y mulatos. En la escuela del Maestro Cordero comenzaron su educación muchos puertorriqueños que luego ocuparon cargos importantes en la vida cultural del país. Uno de ellos fue Alejandro Tapia y Rivera.  Don Alejandro fue uno de los primeros que escribió sobre el Maestro Rafael Cordero.  En sus Memorias, dice Tapia y Rivera que el Maestro tenía una “sabia manera de educar el  corazón”.

Casi siempre hablamos de educar la mente, pero no de educar el corazón. Entonces, me pregunto: ¿cómo educaba el Maestro Cordero el corazón de sus discípulos?  ¿Cómo podemos interpretar a Alejandro Tapia y Rivera cuando nos dice que el Maestro Cordero tenía una “sabia manera de educar el corazón”?

En un artículo para el Círculo Maestro Rafael Cordero llegué a la conclusión que cuando el Maestro Cordero “educaba el corazón” de los niños les estaba enseñando bondad, compasión, a ser amorosos, a ser generosos, a ser tolerantes, a ser sinceros y francos, a tener valor.  Cualidades que les iban a acompañar toda su vida para que cuando ejercitaran sus mentes y luego tomaran decisiones sensibles como corresponde a personas bondadosas, caritativas, conscientes y compasivas de las vicisitudes de sus semejantes.”[6]

Sofía Victoria es una de sus nietas.  La mejor palabra es la propia:

“Entonces sólo puedo decir que su existencia es la prueba de una vida bien invertida, de una vida plena. Que cada uno de sus seres queridos son ecos de sus convicciones, de sus lecciones de vida, de su amor y de su alegría con su sonrisa inmortal.”

Antonio Vega, también es su nieto.  La mejor palabra es la propia:

“Líder, te nos fuiste sin aviso. Siempre pensando en nosotros.  ¡Gracias por haber guiado esta familia por tantos años! Fuiste tremendo ser humano y nos enseñaste lo que es trabajar duro para conseguir lo que queremos. Tu humildad y eterna felicidad siempre impactó a Puerto Rico y a tu familia también.  ¡Ayer te convertiste en uno de mis recuerdos favoritos! Te amé, te amo y te amaré por siempre. Lo más grande que le pasó a esta familia fuiste tú.  Guíanos desde el cielo como lo hiciste en la tierra.  ¡Siempre seré tu líder y no te preocupes que yo cuidaré de tu familia y de nuestro nombre!  Te amo siempre Wewo.”

El Gobernador de Puerto Rico ha decretado el día 7 de enero de 2015 un día de duelo nacional en memoria del Dr. Hermenegildo Ortiz Quiñones.  Ese día, a las 11:00 de la mañana el Secretario de Estado, Dr. David Bernier, nos convoca a que lo acompañemos en el Salón de Actividades del Departamento de Estado cuando se llevará a cabo la actividad Anécdotas de Mereyo.  Allí, el Gobernador Rafael Hernández Colón será el orador invitado a recordar a Mereyo y los de ustedes que gusten nos podrán acompañar.  Ese día, cuando los servidores públicos lleguen a sus trabajos y los ciudadanos acudan a obtener servicios, las banderas de los edificios públicos de Puerto Rico ondearán a media asta para recordarnos la memoria de un esposo amoroso, un padre excepcional, un hijo obediente, un hermano cariñoso, un servidor público sin mácula, un maestro de maestros, un puertorriqueño grande, un patriota.

En San Juan, Puerto Rico, el 3 de enero de 2015.

[1] Construyendo la Ciudad Habitable, Mensaje del Dr. Hermenegildo Ortiz Quiñones, Presidente de la Junta de Planificación, con motivo de la celebración de la Semana del Servidor Público, 21 de agosto de 2001.

[2] Extracto de una comunicación a los empleados de la Junta de Planificación el 6 de noviembre de 2001.

[3] Puentes de ensueño, Congreso de Puentes y Carreteras, 1 de agosto de 2002.

[4] Antecedentes y Desarrollo del Tren Urbano, Dr. Hermenegildo Ortiz Quiñones, 2010.

[5] Construyendo la Ciudad Habitable, Mensaje del Dr. Hermenegildo Ortiz Quiñones, Presidente de la Junta de Planificación, con motivo de la celebración de la Semana del Servidor Público, 21 de agosto de 2001.

[6] Semblanza de Gabriel Andrés Rodríguez Fernández con motivo de la presentación del Premio Pedro Tirado Lameiro al Planificador Profesional más destacado del año 2010, Dr. Hermenegildo Ortiz Quiñones, 5 de noviembre de 2010.