Riverita

Image

Con poco más de cinco pies y algo más de 100 libras, Riverita se presenta inofensivo, escuálido.  Mas, no ha dicho diez palabras cuando ha capturado su audiencia, quien lo escucha con atención y ansiedad por conocer la próxima historia que contará.  Cuando sale a almorzar todos los días, camina campechano por la Avenida Ponce de León de Santurce y los amigos le gritan licenciado.  Riverita, cachondo, los saluda agradecido.  Riverita es cordial, disfruta mucho de las bromas y es un gran contador de cuentos.

Las historias de Riverita son fabulosas, particularmente esas en las que cuenta cómo se hace pasar por abogado.  Claro… eso fue hace tiempo, cuando apenas era un “muchacho” de 35 años.  Todo empezó cuando su mejor amigo chocó el auto mientras manejaba ebrio y contra  el  tránsito en el carril exclusivo para los autobuses de transporte público.

Riverita se personó al Tribunal con el traje que usó cuando se casó –todavía le queda me confesó–, muy perfumado y con un maletín negro muy grande que lo hace ver como un gran abogado; le tomó prestado a su vecino una gruesa pulsera de oro y a su hermano la sortija con piedra de esmeralda que le queda perfecta en el dedo meñique izquierdo.  Ya frente al Juez, Riverita argumentó que si ciertamente su “cliente” había tomado un par de cervezas, “pues no se puede tapar el cielo con una sola mano”, no era menos cierto que el individuo contra quien se estrelló también estaba ebrio y como “lo que es igual no es ventaja” sería muy injusto que condenaran solamente a su cliente.  El resto, como correctamente imaginan, es historia.

El Juez relevó al imputado de delito, dijo Riverita.  A partir de entonces, Riverita pasó a ser el factótum de todos.  El ajustador.  El solucionador.  Par de Schaefers eran suficiente paga por el acto de salvación.

Riverita es ingeniero.  Bueno, casi, casi ingeniero.  Estudió en el Poli pero se casó con el amor de su vida y se tuvo que ir a trabajar para mantener la familia.  Así es que lo cuenta él.

En realidad Riverita dice que es un gestor.

–Lo mío es la gestoría.  Y déjeme decirle que las palas que yo tengo mueven una montaña.

Riverita tiene una oficina cerca de las agencias públicas que otorgan permisos.  Bueno, en realidad un amigo le deja poner los papeles de sus “casos” en un escritorio vacío que tiene en su oficina.

Coincido ocasionalmente en una fonda de Santurce con Riverita.

–Riverita es buenísimo, me había dicho una vez la dueña de la fonda, lo que él no resuelve no lo resuelve nadie.

Riverita ha intervenido en asuntos de colindancias.  En liquidaciones de herencias.  En divisiones de negocios.

–Riverita, chico cogieron a mi hijo borracho, le informó la dueña de la fonda el otro día.

–¿Cómo se llama el Policía?, preguntó Riverita.

–Muchacha, ese es primo de la hermana de la esposa del cuñado del policía y juega caballos conmigo.  Y el resto, vuelve a ser historia.

–¿Cuánto le debo?, preguntó Riverita.

–No se preocupe, después arreglamos, le contestó la doña.

Leave a comment